Las
antiguas culturas indígenas desarrollaron técnicas de supervivencia optimizando recursos vegetales, animales y
minerales proporcionados por la caza, la pesca y la recolección de plantas y
frutos; con el transcurso del tiempo, el consumo selectivo emanado de grupos en
creciente número de habitantes contribuyó a modificar las condiciones naturales
de diversas especies vegetales. Fue un lento y progresivo proceso de miles de
años que permitió la evolución de aquella agricultura primitiva.
Según
los arqueólogos, en un período de cuatro a cinco mil años antes de nuestra era,
comenzó la domesticación del maíz, a partir de su ancestro silvestre el
teocinte, cuyo fruto era minúsculo. La utilización de instrumentos de cocina
rudimentarios hechos de piedra y madera para la molienda de semillas permitió
un desarrollo consistente de la dieta de nuestras regiones por toda la Mesoamérica,
impactando el beneficio de esta en la salud nutricional, gracias al
aprovisionamiento alternativo y variado de los productos acuáticos, silvestres
y hasta insectos.
En
México se domesticaron otros alimentos como el amaranto, el chile, el frijol y
la calabaza; la combinación de la trilogía maíz, frijol y chile; como parte
esencial de la dieta, ha sido fundamental para el desarrollo saludable de las
poblaciones indígenas; además, estudios científicos concuerdan que la ingesta
conjunta de ésta, es mucho más benéfica nutricionalmente que su consumo por
separado; sus nutrientes se complementan muy bien. La ductilidad de los
jitomates, unidos a una gran variedad de chiles, hace que puedan ser consumidos
frescos, crudos, secos, molidos o cocidos, contribuyendo a la elaboración
sazonada de toda clase de aves silvestres, carnes de caza y pescados.
Las
evidencias arqueológicas, así como la documentación histórica; gracias a la
colonización española, demuestran el desarrollo cultural de todas las
civilizaciones americanas posteriores. Como consecuencia a la llegada de los
conquistadores, tanto la dieta indígena como la europea sufrió diversas
modificaciones, no solo creció inmensurablemente la variedad de ingredientes utilizados
en la cocina prehispánica; sino además, el desarrollo de nuevas técnicas de
cocción gracias a la incorporación de un elemento particular presente en la
actualidad y en toda la cocina mundial “el aceite”.
La
combinación de la tradición gastronómica de España (con alta influencia árabe)
sentaron las bases de la cocina americana; el mestizaje no solo se limitó al
intercambio de alimentos, técnicas de cocción y el uso de utensilios, sino
también a una nueva forma de percibir la comida; de cierta manera fue más un
choque que un encuentro entre dos tradiciones culinarias muy diferentes. De la
frugalidad indígena se pasó a la gula española, los conquistadores no solo
saciaban su hambre, sino que comían por placer y deleite en celebraciones
multitudinarias donde también se bebía en exceso; esto contrastaba
drásticamente con la tradición indígena de comer poco y pausadamente, solo para
aplacar el hambre.
Por
último, muchas de las costumbres culinarias locales fueron también abandonadas debido a un factor preponderante
durante la conquista, “la evangelización”; la ideología espiritual mermó y
abolió prácticas nativas que estaban relacionadas con lo divino y contrarias
con la expansión cristiana en América. Por lo tanto hoy en día, presumir de un
gentilicio preciso; por decirlo así, en la cocina actual, sería insuficiente
para poder expresarse en términos de propiedad; incluso, exclusividad sobre cualquier cocina, bien sea francesa, italiana o
venezolana; debido a que el choque cultural y la fusión de estas establecen las
bases de lo que bien se puede definir como: “La Cocina Mestiza Mundial”.
Cuando escuche el término "cocina italiana", quizás debamos recordar que la presencia de los tan importantes tomates en ella, son frutos de América o cuando alguien mencione "cocina española" sería justo señalar que los famosos chiles, ajíes o pimientos; los cuales son de una misma familia, son pertenecientes a nuestra gastronomía indígena; por tanto, si no existe pureza en el uso de los ingredientes, no puede haber pureza en la denominación de un tipo de cocina, puede ser que un futuro hablemos de cocina mestiza con inclinación "francesa, mexicana o colombiana"; pero definitivamente, no hablaremos más de la cocina como algo propio de cada país mientras que en sus espaldas repose el peso del mestizaje producido por la historia y la evolución humana.
No somos europeos, no
somos indios, sino una especie media entre los aborígenes y los españoles
(...); pues que hasta España misma deja de ser europea por su sangre africana,
por sus instituciones y por su carácter. Es imposible asignar con propiedad a
que familia humana pertenecemos… el europeo se ha mezclado con el americano y
con el africano, y este se ha mezclado con el indio y con el europeo. Nacidos
todos del seno de una misma madre, nuestros padres difieren en origen y en
sangre… (S. Bolívar, Discurso de Angostura, 1819).
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