Estimados amantes de la música, he podido
notar; con amplia preocupación, que existe actualmente un crecimiento musical
completamente antagónico con lo dispuesto en los libros de formación de esta
materia. No es ningún secreto; para cualquier estudiante de música en un
conservatorio, que la famosa “música moderna” contiene un gran variedad de
elementos que podrían considerarse nocivos para el oído, pero ¿es esto culpa de
quienes hacen esta clase de música?, en parte sí; sin embargo, es tan culpable
el músico que la crea, como el oyente poco exigente y mal instruido que la
escucha. De tal manera, he decido realizar una analogía de cómo podemos
explicar los diferentes gustos musicales; con un ejemplo pragmático, a todos
aquellos que en su vida, no han tenido la oportunidad de asistir a estudios
formales de música.
La música hoy en día se puede clasificar como
la gastronomía; tal como existe la comida gourmet; la casera y la comida
rápida; así es también la música. Podríamos de igual manera, seleccionar tres
categorías para clasificarla y poder describirla de la siguiente forma.
La primera categoría sería para el equivalente
de la cocina gourmet, lo que sería la música de alto nivel, sólo para
conocedores; que al igual que para la alta cocina donde debes tener un paladar
muy desarrollado, lo que debes en este caso tener desarrollado es el oído. En
este nivel estarían aquellos que disfrutan escuchar composiciones musicales de
alto rango y espectro como son las obras de Tchaikovski, Beethoven, Mozart o
Bach.
En el siguiente nivel tendríamos la música estilo “comida casera” aquella que
es hecha con el cariño de una madre o una abuela, pero está lejos de las
técnicas y recursos que rodean a un platillo alta cocina, igualmente su sabor
puede ser muy bueno, como también se ha visto en otros casos, puede ser no tan
bueno. Es donde podríamos apreciar artistas populares del carácter de Olga
Tañon, Luís Miguel, Gilberto Santa Rosa, Frank Sinatra o Louis Armstrong. Me
voy a reservar el derecho de mencionar los “no tan buenos” por la misma razón
por la cual existen personas que les encanta comer hígado.
Por último y en el escalafón más bajo de esta
clasificación, está la música tipo “comida rápida”; es decir, una enorme
cantidad de grasas procesadas que a todo el mundo les gusta, pero está hecha a
los porrazos; todos los profesionales de la salud y la nutrición concuerdan con
que hace daño, pero igualmente la gente la consume en grandes cantidades; no
por esto implica que sea buena, sino que está desarrollada científicamente para estimular centros de placer en el cerebro y es, la que la mayoría de las personas
puede comprar por su fácil accesibilidad.
Por eso, el rap y el reggaetón gustan tanto,
es lo que todo el mundo puede ingerir; pero la realidad es, que al igual que la
comida rápida… son una porquería, hace daño a la salud, no tiene un carácter
nutricional del espíritu, ni del conocimiento, pero es altamente consumida porque
está desarrollada para generar ventas masivas sin importar los daños y perjuicios
que puedan tener sobre el consumidor; es por esto que su contenido social es
tan bajo y deleznable, su composición melódica es escasa y su espectro armónico
es completamente exiguo, con respecto al de composiciones que por lo menos
gozan de más de cuatro acordes.
Es así, mi estimado amante musical, que lo invito a probar algo diferente, salga de la rutina y deje de comer tanta basura, habiendo tantas otras opciones como la música romántica, la música cristiana, el jazz, la clásica, etc. Entiendo que el cuerpo en algún momento dado le va a pedir comer un perro caliente, pero esto no significa que dará de comer a sus hijos todos los días la misma porquería, porque se va encontrar con la triste realidad de haber desarrollado una enfermedad gástrica, habrá comprometido seguramente su salud de forma irremediable y para cuando deseé comer saludable, ya será muy tarde.
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