• Un Rosario del cielo

    Para la semana santa de 2012, fui invitado a realizar unas prácticas culinarias a España; la invitación surge de uno de mis profesores de cocina, el cual me ofrece la oportunidad de conocer un restaurante de estrella Michelín en Aranjuez.
    Decidí tomar esa oportunidad ya que ofrecía la ventaja de alojamiento y comidas durante mi permanencia; adquirí el boleto aéreo y esperé con ansiedad el día de partida que no era muy distante. Debía partir el 10 de abril de ese año.
    No es ningún secreto hoy en día, que la sociedad venezolana ha perdido prestigio internacional gracias al ineficiente gobierno que estamos viviendo; es injusto que la imagen de un país sea la eficiencia de un gobierno, pero esa es nuestra realidad. Los venezolanos que desean viajar a Europa, se les exige una carta de invitación por algún residente europeo y para cumplir con este requisito el restaurante anfitrión envió; vía electrónica, una carta de invitación. Cabe mencionar que la expresión “carta de invitación”, para alguien con tan pocas experiencias de viaje sonaba bastante simple; sin embargo, decidí un día antes del vuelo asesorarme directamente en el consulado español, para precisar un poco más sobre el tema en cuestión.
    Cuando me atendieron en el recinto diplomático, me lleve una gran sorpresa al saber que esa carta a nivel personal que había recibido, no tenía ninguna validez y que probablemente me traería problemas tratar de ingresar a España sin el documento oficial de invitación notariado que exigen sus leyes. Bueno luego de haber recibido mi respectivo regaño por parte del personal consular, no me quedo otra opción más que orar por mi situación, me disponía a realizar un viaje sin la completa y debida legalización de documentos; ya que en Venezuela no basta con tener pasaporte y boleto; hay que “demostrar” que no queremos quedarnos en otro país y que estamos contentos de vivir en nuestra pesadilla social.
    Comencé a realizar el Santo Rosario esa misma noche antes de mi viaje, la madrugada antes del vuelo estaba tan angustiado que me puse a orar en la sala y como suele hacerse en algunos círculos de oración, tomé al azar una lectura bíblica por la preocupación de poder ser devuelto al llegar a España; pese a que me estaba jugando varias cosas para realizar esos tres meses de prácticas culinarias; había dejado mi trabajo y asumí gastos repentinos para aceptar la invitación de dicho entrenamiento. Durante la oración puse mi dedo sobre una lectura y con los ojos cerrados, apuntó en un título del libro de “Hechos”, la frase que se mostraba decía: “Pablo pasa a Europa”.
    Casi no podía creer; que ante la angustia de perderlo todo, se abriera ante mí una frase tan relacionada con el problema de ansiedad que tenía, como era posible que de todas las lecturas bíblicas, mi dedo señalara justamente una frase que dijera esas dos palabras tan significativas, “pasa y Europa”. Traté de descansar las pocas horas antes de tomar el avión y de confiarle mi travesía al Señor, después de todo, la providencia divina me anunciaba que pasaría sin dificultades a Europa; así que lo único que debía hacer en esos momentos, era tener Fe.
    Llegó la hora de embarcar; no podía estar más nervioso y para variar, antes de salir del aeropuerto la guardia nacional me revisó hasta con escáner, porque viajaba sólo y gracias a la reputación conferida por nuestro distinguido gobierno…; no podía sentirme peor. Al fin en el avión, comencé a rezar y hacer Rosarios, casi podría decir que pase nueve horas de vuelo orando y rezando los misterios del Rosario.
    Al llegar al aeropuerto de Barajas en España, apenas salí del avión conseguí un Rosario de Plástico en el suelo, y yo estaba saliendo prácticamente de último por los nervios que tenia; sentí que era una señal, que Dios estaba conmigo y que no permitiría que nada amargo me sucediera. Al llegar a la taquilla donde verifican los documentos, me solicitaron la famosa “carta notariada”, y mostré el único documento que me relacionaba con ese viaje “una carta personal recibida por el restaurante”. El policía que estaba en la taquilla me pidió esperar un momento fuera de fila y me llevaron a un cuartito; ¿saben? esos cuartitos famosos de los viajes que mucha gente menciona…bueno ahí estaba yo.
    En esa pequeña sala de espera pude observar como devolvieron a varios venezolanos por no tener la documentación debida y cuando me tocó el turno de hablar, el policía que me interrogó me digo con tono amable:  -Vamos a ver hermoso siéntate y dime que te trae por aquí- le comenté que había recibido una invitación para prácticas culinarias y luego de confirmar la información con el restaurante, me reiteró que ese documento no tenía validez, pero que estaba consciente de que no era mi culpa, que requerían confirmar la información con el chef y bienvenido a España.

    Puedo jurar que estaba en pánico, pero casi no podía creer cuando el funcionario me recibió con tan buena actitud y cerró el interrogatorio diciendo “bienvenido a España”; fue definitivamente, una de las experiencias de respuesta a la oración más gratificante que he vivido. Nunca olvidaré esa lectura… “Pablo pasa a Europa”.
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