En
nuestro actual, cambiante y agitado mundo se ha venido desarrollando una
metodología de trabajo basada en maximizar los recursos humanos mediante las
capacidades del individuo. Este nuevo en innovador método es conocido como “Coaching”
y es adquirido por grandes cantidades de dinero del sector empresarial. Pero
¿Qué desea realmente una empresa?; ¿Optimizar los procesos con el menor impacto
económico, aumentando el potencial del recurso humano y para lograrlo debe
gastar enormes sumas de dinero en entrenar y ofrecerle al individuo los valores
que debieron haber sido sembrados desde sus hogares, durante la crianza?. Según
la literatura; un “Coach”, debe fomentar el uso de valores como se describen en
la siguiente imagen:
Y
esto es tan sólo una corta lista entre una gran cantidad de cientos de
cualidades humanas. Aunque entrenar a una persona para ser mejor no tiene
absolutamente nada de malo, existe también la cruda realidad de que no podemos
inocular cosas como la lealtad, el respeto y la honestidad con un curso, muchos
menos en quienes han vivido su vida detrás del escudo del egoísmo, la mentira y
la hipocresía. Cuántos de nosotros estamos cansados de ver como se premia con
significativos aumentos de salario la negligencia, la adulación y la
incompetencia mientras que al mismo tiempo se castiga la integridad, la
honestidad y la ética de las personas; cuando están presentes los intereses más
mezquinos y particulares de un jefe, que promueve y premia a su personal por
sus implantes, por capricho y no por su capacidad.
He
sido testigo de como personas que han abusado de un cargo o de sus influencias
para acosar, perseguir, hostigar y coaccionar a otros; aparecen ahora con una
renovada y fresca fachada profesional y humana, recreada ahora por un certificado
de coaching.
Cuál
será la garantía; de que al querer un mejor ambiente laboral, no estamos
siendo utilizados por desarrolladores de cursos que han dedicado su vida a
perseguir y acorralar personas laboralmente, sólo por el hecho de que no les
agradan ciertos compañeros, por razones tan superficiales como la tendencia
política, su manera de vestir o la intolerancia a la gandulería y la
desfachatez; las cuales vemos de manera tan descarada en nuestros trabajos.
¿Existe
realmente una manera de evitar esto? Podemos realmente creer de una forma tan
ingenua o irresponsable, que una persona puede mejorar y ayudar a otros a crecer
personal y profesionalmente cuando son responsables del estancamiento, la
desmotivación y la tristeza de miles de personas a su alrededor. Resulta que
ahora cualquiera que ha lesionado la motivación y el amor propio del personal; en evaluaciones de trabajo provistas de argumentos tan estultos como: “...te
evaluamos regular porque cuando cantamos el cumpleaños de un compañero tu nunca
estas presente…”; es ahora reconocido como un líder que cambiará mi vida… ¿Qué
es esto?; ¿Qué es el coaching en realidad…? Un salvo conducto para
aumentar el ego de los abusadores que hemos tenido como superiores en nuestro
ámbito laboral y han dedicado su existencia a humillar y vilipendiar a todos a
su alrededor.
Una
persona que jamás ha sido honesta, no será honesta por un curso; los valores
que forman el carácter y la integridad del individuo están sujetos a la
formación de la consciencia. En Japón los primeros años de escuela de un niño
no son para aprender a sumar o a leer, son para fomentar y anclar valores como
el compañerismo, la lealtad y la honestidad, cualidades que estarán presentes
de manera intrínseca en el individuo, porque fueron administradas en el momento
oportuno y las mismas tendrán vigencia durante toda su vida. Es por eso que en
la sociedad japonesa, se puede dejar el pago del estacionamiento del automóvil,
dentro de un sobre pegado al limpia parabrisas; sin que haya necesidad de que
un policía este cuidando estos vehículos todo el día.
Pese
a esto, me gustaría saber ¿Qué vamos hacer?, vamos a tratar de seguir
certificando jefes inmorales o vamos a empezar a promover a cargos superiores a
personas que traen estos valores desde su hogar y que son las justas
merecedoras de liderar y velar por el crecimiento profesional y personal de
otros. Particularmente no puedo poner mi confianza en cualquiera que porte un
certificado internacional de coaching; pero estaría gustoso de
escuchar consejos de cualquier persona que pueda ofrecer disculpas cuando se
equivoca; de ayudar a un extraño o de recoger un papel de la calle y colocarlo
en un cesto, aunque no lo haya arrojado el mismo; eso sí sería una
certificación de decencia. En lo que a mí concierne; hasta que no se demuestre
que una persona goza del respeto y la estimación de sus subalternos, el coaching tan
sólo es otra forma de estafa moral a la sociedad.
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