• El recién graduado



    Muchos son los cambios que experimenta una persona al graduarse, los jóvenes presentan un abanico de emociones que pueden pasar desde la ansiedad por la búsqueda de un empleo, hasta miedos y posturas muy negativas.

    Voy a resumir lo que he podido observar sobre cierto tipo de actitudes que ponen en tela de juicio la educación integral de una persona; no con esto deseo señalar una generalidad, pero si expresar la contundente verdad de una marcada tendencia.

              Una de las cosas más irritantes e inmediatas de un recién graduado es el exponencial desarrollo del ego; se presenta casi de manera espontánea con la llegada del diploma, una forma común de evidenciar este negativo cambio es el vehemente y discriminatorio trato hacia los no graduados o los grados menores como las carreras técnicas. Se caracterizan por expedir comentarios peyorativos hacia todo aquel que se encuentre; según ellos, por debajo de su nuevo nivel académico, con expresiones como: ─ Los técnicos no tienen tanto conocimiento como un licenciado o ingeniero.

    Ante tal oprobio, es necesario considerar que toda persona que posee un título técnico o no, es digno de respeto; bien sea, por su antigüedad en una empresa, por su edad o experiencia; experiencia que recurrentemente es buscada por los pasantes, en todos aquellos que ya tenemos un tiempito sacando el trabajo antes que ellos y somos abordados continuamente por las clásicas preguntas de: -¿cómo se hace esto?, ¿me ayudarías con aquello?, ¿me podrías sacar de esta duda?- o simplemente- tú que tienes más tiempo aquí, ¿me puedes explicar…?. Frente a este fenómeno sería bueno aclarar cuál es el significado de la palabra “conocimiento”, que no es precisamente haber estudiado dos años más; según el diccionario, conocimiento es: Información o hechos adquiridos por una persona a través de la experiencia o la educación.

    Quiere decir, que un técnico o alguien sin estudios formales, puede tener suficiente experiencia como para contar con un conocimiento paralelo y competitivo al de las carreras universitarias, necesario para cumplir funciones en un cargo. Estoy muy seguro que posterior a esta exégesis, no faltará algún recién graduado manifestando su estado de obcecación y soberbia propiciada por el estigma social que hace del conocimiento un privilegio estricto de la universidad y a pesar de presentar argumentos basados en definiciones profesionales acerca del “conocimiento”, persistirán en su más obnubilada posición de superioridad conferida por su nivel académico.

    ¿Para que estudian, sí cierran sus mentes? Permítanme resaltar que el conocimiento; según la definición expuesta, puede ser emanado de la experiencia y por tanto, una persona con mucha experiencia puede saber tanto o más que cualquier retoño universitario que apenas sabe usar la copiadora. Es necesario también destacar que la educación no es de carácter exclusivo de las aulas, hay una educación que viene de mucho más atrás y es aquella que forma el carácter del individuo y su comportamiento social.

    Seguramente varios estamos pensando lo mismo en este punto; sí, me refiero a la educación del hogar. Estimados amigos universitarios, si desean sentirse dueños del mundo e influenciados por una absurda megalomanía, deben saber que un diploma no es toda la educación; por lo menos no de manera integral, es sólo la remuneración justa al esfuerzo de pasar 5 años en una institución académica, pero si ustedes no contestan “buenos días” al personal de limpieza, no saludan al entrar a un ascensor, no saben usar el baño sin ensuciarlo y creen estar por encima de los demás, es muy posible que la imagen que reflejan en otros sea muy distinta de lo piensan, y si aún con esto se sienten con demasiado aire de importancia; tanto que parecen un huracán, quizás deberían ir a misa y recordar aquellas palabras de Cristo sobre “no vine a ser servido…”Porque mientras ustedes pagan el noviciado en una empresa; y se hacen odiar por otro lado sin saberlo, pensando en la omnipotencia de su título; si no saben tratar a los demás con sencillez, paciencia y humildad, están muy lejos de ser personas educadas.


    Un diploma no te hace ganar el respeto de la gente, pero la forma como tratan a los que les rodean, la manera como se expresan y la calidez con que reciban a los demás, si lo hará. Por último, es obvio que me gustaría extenderles una recomendación; esperando haber abierto un ápice de sensibilidad en esos corazones de piedra. No se crean mejor que nadie, aprendan a diferenciar entre tener confianza y ser confiados; que son dos cosas muy distintas, y desarrollen la capacidad de servir al prójimo, eso hizo al Dr. José Gregorio Hernández una persona venerable por todo un pueblo; les garantizo que eso es algo que no enseñan en la universidad.

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